lunes, 23 de junio de 2008

Hortaliza

Desde hace poco más de dos semanas he comenzado a cultivar mis frutas, verduras y algunas hierbas. Es terapéutico, sí. Ayudara a mi economía con la futura crisis de alimentos, sí. Ayuda al medio ambiente, también. No tienen tantos químicos, claro. Pero nada de esto es el principal motivo de ello, la verdad es que la culpa de todo lo tiene mi madre. Sí, sí, se que suena muy freudiano… “la madre es la culpable de toooooodas nuestras penas”. Pero no es eso, bueno si es culpable de una que otra cosa, como que cuando veo las vías de tren adopto posición fetal… pero eso no lo discutiremos ahora.

            Para comer en restaurantes yo tengo una sencilla regla:  se amable con las personas que controlan tus alimentos. No intento caerles bien haciendo chistes, ni sacándoles platica de más, les facilito el trabajo acercándoles mis platos, y no dejando tiradero. Si son hombres los dejo ver mi escote y sonrío coquetamente, si son mujeres elogio sus zapatos o algo por el estilo. No es porque sea muy considerada, es por las leyendas que he escuchado. Leyendas horrorosas en las que meten objetos orgánicos innombrables a tu comida y bebida.  Al menos de que me traigan una hamburguesa cuando pedí ensalada, o una malteada cuando pedí pescado, no regreso nada. Por eso asisto a los lugares que me gustan y con meseros que ya me conocen (doy buenas propinas).

            En cambio mi mamá los jode desde el momento que los ve. Por cualquier cosita “súbanle al aire, bájenle, se mueve la mesa, le faltan hielos a mi bebida, el salero tiene un grano de arroz de más, etcétera.” Yo tengo pánico de salir a comer con ella, en mi vida pruebo de su plato y eso de compartir platillo jamás sucederá. Pero la señora ha cruzado la línea, se ha metido con quien no debía. Mi mamá ha entablado una disputa con los de la carnicería. Los motivos los desconozco, y prefiero que sea así, ahora solo se que estamos en guerra y en caso de llegar a un acuerdo no podré ingerir alimento alguno proviniendo de ese lugar (nos surten la fruta, verdura, quesos y obviamente carne).

Es por eso que hoy en día me encuentran todas las tardes de rodillas en mi jardín, con ampollas en la mano y dolor de espalda cultivando mis verduras. 

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