lunes, 5 de julio de 2010

Mi papá no dijo nada... hasta ahora

Mi papá es un hombre extremadamente conservador y tradicional, nuestra diferente forma de pensar provoca constantes discusiones y conflictos. Sólo hay un tema en el que mi papá no emite opinión alguna: mi vida amorosa.

En mi pasado podemos encontrar personajes como Borja, un guapo español que montaba en el club hípico de mi papá. Si bien Borja nunca fue mi galán oficial yo le admiraba de lejos, muy de lejos ya que si me acercaba la diferencia de estaturas se hacía notar: yo le sacaba unos 10 cm. Esto es perfectamente normal cuando te gusta alguien de tu edad a los 13 años, el problema era que él tenía 17.

La familia de Borja no era de las más respetadas en el ambiente hípico, tenían fama de mal pagadores y es precisamente por ese motivo que mi papá y su papá tuvieron un conflicto. Mi papá colocó una demanda en contra del suyo; eso no fue lo humillante, lo humillante vino cuando el papá de Borja respondió a la demanda diciendo que el verdadero motivo era para “vengar” a su hija, misma que “suspira(ba) amargamente por un amor no correspondido.” La hija en cuestión era yo.

Es justo a los 13 cuando las mujeres entramos a la etapa más rara de nuestra vida, y sí, con rara quiero decir fea ¿qué tan fea? Mientras todos mis amigos ya habían mudado sus dientes de leche yo apenas empezaba, tenía freno de caballo por lo que babeaba constantemente, aún manejaba la panzota de bebé, piernas flacas como de gallina y mi ascendencia europea se hizo notar ¿Cómo? Digamos que depilite hizo su mejor y peor negocio a mis expensas. Fue en ese momento que desarrollé un odio jarocho hacia los españoles, aún así mi papá no dijo nada.

Otro de mis deslices épicos fue cuando a los 16 empecé a salir con un músico 8 años mayor que yo. Pedro, con quien llevo una sana relación ahora (únicamente vía twitter), tocaba en una banda grunge, no era muy alto pero sí moreno, parecía que no se había cortado el pelo en años a pesar de no tenerlo muy largo; nunca pude entender eso, usaba jeans rotos, tenis viejos y percudidos. Podría decirse que Pedro era todo un rockstar, su banda se llamaba Disidente y su sencillo Gasolina empezaba a sonar en la radio.

Como buen músico Pedro se comportó como un auténtico desgraciado conmigo, su carro era conocido entre mis amigos como El Bastardomóvil y cuando mi mamá lo conoció lo primero que preguntó fue “¿Ese es el indigente?” Mi papá saludo amablemente al Bastardín, así lo bautizó Pistor (otro amigo), y no dijo más.

Mi último “novio” lo tuve hace más de un año y antes de ese anduve con Jorge, un abogado muy guapo y exitoso con quien todos creían me casaría. Jorge y yo terminamos debido a mi interés por una tercera parte: Jäggermeister. Últimamente no tengo necesidad ni ganas de salir con especimenes, prefiero dedicarme a lo mío e invertir tiempo en lo que me gusta. Desde hace unas semanas he retomado el dibujo incorporando nuevas técnicas y temas como sabotaje cultural (Culture Jamming).

Esta semana me dio por hacer un esténcil del gobernador de Jalisco, Emilio González (el cutout lo pueden ver aquí abajo, sientanse libres de utilizarlo) con frases incorporadas de Octavio Paz. Para hacer esto tengo un rollo de papel que despliego en el suelo de mi cuarto, luego con el cuout y aerosol hago la “base”. Una vez seco lo muevo a mi escritorio donde utilizo lápices de color, pasteles y rotuladores, entre otras cosas, para darle más personalidad.

Hoy mi papá entró a mi cuarto justo cuando utilizaba el aerosol. Me vio, vio mi “graffiti”, mis jeans rotos, deshilachados y sostenidos por unos pies negros debido a la pintura y el mal tino; una cama llena de libros “anarquistas” y sintió lo que yo siento cuando me enfrento a una lavadora, esa absoluta indiferencia e imposibilidad de reincorporarse a una sociedad “funcional”.

“Talvez deberías reconsiderar volver con Jorge. Necesitaras de los servicios constantes de un abogado.” Dijo antes de cerrar la puerta tras de él.